Donald Trump muestra su rostro más feroz con sus amenazas a James Comey

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Caos político tras la destitución de James Comey. Donald Trump, a golpe de incendiarios tuits, está agigantando la que ya es la peor crisis desde que llegó a la Casa Blanca.

"As a very active President with lots of things happening, it is not possible for my surrogates to stand at podium with perfect accuracy!....".

"...Maybe the best thing to do would be to cancel all future "press briefings" and hand out written responses for the sake of accuracy???"

"James Comey better hope that there are no "tapes" of our conversations before he starts leaking to the press!"

"The Fake Media is working overtime today!"

"Será mejor para Comey que no haya grabaciones de nuestras conversaciones antes de que empiece a filtrar a la prensa". Donald Trump pidió en una cena privada lealtad al director del FBI, Buró Federal de Investigaciones. James Comey le negó servilismo prometiéndole honestidad.



Primero la Casa Blanca situó el relevo de James Comey en el marco de un informe de la Fiscalía que advirtió de una gestión irregular en el cierre del caso de los emails de Hillary Clinton en julio pasado, el llamado también Rusiagate.

Donald Trump rectificó después para afirmar que en cualquier caso le hubiera despedido. Fue el primer intercambio de golpes

Luego el presidente dijo que había preguntado directamente a James Comey si estaba siendo investigado. La relación entre ambos se cuarteó.

Finalmente Donald Trump utilizó de forma volcánica la red social de Twitter para lanzar de forma impetuosa, e incluso vengativa, sus mensajes contra James Comey.

En esa batalla del presidente contra los medios en general en Estados Unidos, y muy especialmente y en particular contra uno de los Legacy Media de referencia como es The New York Times, el diario de Nueva York reveló una misteriosa cena privada en la Casa Blanca. Sucedió el 27 de enero.

Donald Trump apenas llevaba una semana en la Casa Blanca. The New York Times reveló que en aquel encuentro el presidente le exigió lealtad al director del FBI. James Comey le respondió sólo con la promesa de honestidad. 

Hasta ahora, James Comey había actuado con contención. El próximo episodio del Rusiagate ya tiene fecha. El martes 16, en una sesión a puerta cerrada, James Comey declara ante el Comité de Inteligencia del Senado. No existe por el momento ningún indicio de vínculos entre el equipo de Donald Trump y el Kremlin. Pero el FBI lo sigue investigando. Por el momento, como certeramente definió la CNN, Washington se encuentra en situación de "Comey chaos".

El presidente de Estados Unidos habló primero de la recomendación del fiscal general, Jeff Sessions, y el fiscal general adjunto, Rod Rosenstein. Su equipo suscribió esta primera versión: su portavoz, Sarah Huckabee Sanders; el vicepresidente, Mike Pence, y su asesora, Kellyanne Conway.

De forma inmediata, en segunda entrega, Rod Rosenstein estalló y obligó a la Casa Blanca a rectificar ya que no había recomendado este cese.

En tercera entrega, y de forma demoledora, el presidente se sinceró con Lester Holt en la NBC. Confesó que tenía decidido echar a James Comey "independientemente" de lo que dijeran Jeff Sessions y Rod Rosenstein. "Sabes, esta cosa de Rusia con Trump y Rusia es una historia inventada, es una excusa de los demócratas por haber perdido una elección que deberían haber ganado", espetó a la NBC.

Lo malo no es la falta de experiencia. Lo peor es su estilo grosero y zafio, y el resentimiento y espíritu de venganza que alberga.
 
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