Kelly, exgeneral de marines, cesó a Scaramucci al ver en peligro a Trump

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Nuevo parte de guerra. Washington, fascinado. Donald Trump sigue arrastrando por el fango al Partido Republicano. Las hostilidades en la Casa Blanca, con guerra de trincheras en sus pasillos, impiden al presidente otras acciones.



John F. Kelly, exgeneral de marines, un duro entre duros, actuó de inmediato en su primer día en la Casa Blanca. Recibió los mensajes urgentes de Ivanka y su marido, el yernísimoJared Kushner.

Atención a la percepción de Kelly. Ha visualizado que su predecesor, Reince Priebus, no llegó a forjar una alianza con las mayorías parlamentarias en el Capitolio. Tampoco ejercía una posición sólida en la Casa Blanca. No tenía, finalmente, el control sobre los tuits furiosos del presidente. Kelly sabe que sus retos le exigen inmediata acción. Su éxito no está asegurado. Se enfrenta además a la rebelión de John McCain en el propio Partido Republicano. Su voto hizo fracasar la reforma sanitaria.

Scaramucci, nueva víctima

Cese fulminante del director de Comunicación, Anthony Scaramucci. Se habia enfrentado e insultado de manera soez con el jefe de estrategias de la Casa Blanca, Stephen Bannon. Nueva víctima tras la caída del islamófobo y extremista Michael Flynn, cesado por sus mentiras sobre la trama rusa; la desrtitución de Sean Spicer, el anterior exportavoz, y el cese de Reince Priebus, jefe de gabinete.

Anthony Scaramucci, pequeño tiburón de Wall Street, ha marcado por el momento un hito en Washington con su bajeza.  Tachó a Reince Priebus de ser “un jodido paranoico esquizofrénico”. A Stephen Bannon le denigró afirmando que “yo no intento mamármela como él".

En esta guerra de trincheras en la Casa Blanca pareció que Anthony Scaramucci había consolidado posiciones y ganado una batalla importante. Percepción falsa. Al ser cesado en el primer día de trabajo de Kelly en la Casa Blanca, y diez días desués de su nombramiento por el propio presidente, se abre una nueva perspectiva. 

Kelly ha comprobado que Donald Trump, a los seis meses de mandato, está en peligro por sus errores. La Casa Blanca vive envuelta en un  clima de alta inestabilidad política. Las conexiones con el Congreso están rotas. Ningún proyecto legislativo ha arrancado. El republicano John McCain se ha convertido en líder de la oposición.

Kelly podrá tener éxito o fracasar. A sus 67 años afronta la misión más peligrosa de una carrera militar que ha sido brillante. No es un político. Tampoco se trata de un fino arquitecto de estrategias bipartidistas. Es el antiguo jefe del Comando Sur. Muy posiblemente nunca hubiera imaginado que su carrera personal acabara en la Casa Blanca como jefe de gabinete (primer ministro). 

Más que nadie tiene en sus manos el futuro del presidente. Primero tiene que ganar la guerra dentro de la Casa Blanca. Luego establecer puentes de dialogo con el Congreso donde el presidente curiosamente tiene la mayoría en ambas cámaras pero no logra ejercerla. Son misiones peligrosas en un momento de encuestas de descrédito del presidente, desconfianza en el Partido Republicano ante quien debería ser su líder, y una investigación abierta del fiscal especial, Robert Mueller. Un escenario extremadamente frágil. Kelly, exgeneral de marines, sabe que cualquier fallo marcará el final.
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