Sánchez no negociará un pacto de legislatura con el Partido Popular

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Pedro Sánchez escogió al grupo Prisa y su diario de cabecera El País -su duro enemigo bajo la etapa de Juan Luis Cebrián y Antonio Caño- para asegurar a Soledad Gallego Díaz y Carlos E. Cué que no formará ninguna comisión negociadora del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para negociar con el Partido Popular (PP).

En las declaraciones que marcan con fuerza la deriva del PSOE hacia el sanchismo, y su ruptura del escenario bipartidista de dálogo y pactos entre la izquierda socialdemócrata y la derecha democristiana, fue tajante:

"Insisto, y lo subrayo, no con una línea sino con cinco: no espero nada de la derecha". 

Aseguró además que "el planteamiento de España Suma es, sobre todo, frentista". Pedro Sánchez insiste en situar bajo la etiqueta de la derecha a tres fuerzas bien distintas con electores de muy diferentes sensibilidades: Partido Popular (dereha), Ciudadanos (centro liberal) y Vox (ultraderecha).

"No hay diferencia, no hay discrepancias de fondo entre las tres fuerzas políticas. No las hay desde el punto de vista ideológico. Se han puesto de acuerdo. Ahí está. Incluso con elementos que no se conocen porque fueron pactos sin luz y taquígrafos, como reconoció la propia ultraderecha", subrayó Pedro Sánchez.

Emmanuel Macron, que tiene hilo directo con el PNV, quiso invitar a la cena final de la cumbre del G7, Grupo de los Siete, en Biarritz, a Pedro Sánchez y su esposa, Begoña Gómez. Tanto París como Berlín siguen con extrema atención el momento de vacío de poder y parálisis de España. Desearían una apuesta de centralidad. No lo ocultan.  Y extrañan en cierta forma el talente del PSOE que lideró Alfredo Pérez Rubalcaba con sagacidad.

Para analistas europeos en general, la situación de España es bien diferente a la de Portugal. Si Pedro Sánchez consuma definitivamente la ruptura con el felipismo, el portazo a la socialdemocracia de centro izquierda, y a la centralidad, el camino es incierto a nivel político y económico.

Pedro Sánchez quiere acuñar ahora el concepto de "gobierno progresista" con un "programa común progresista" para instaurar una "tercera vía".

Es decir quiere imponer Frankenstein III, un gobierno monocolor del PSOE con un programa que sea aceptado por fuerzas tan diferentes como Unidas Podemos, ERC, PDeCAT, PNV y Bildu. La cuestión no gira ya sobre su viabilidad. Lo que preocupa es su impacto político y económico para la Comisión Europea, el Eurogrupo y los inversionistas.
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