El FBI quiere saber el verdadero plan del asalto al Capitolio. (Foto: CNN)

Twitter cerró la cuenta de Trump y Google retiró Parler, la red de sus seguidores

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Hay evidentemente un clima de temor y miedo ante lo que pueda hacer Donald Trump en los días finales de su mandato. No sólo lo teme el Partido Republicano sino también el Partido Demócrata.



El FBI quiere saber lo que realmente sucedió y cuáles eran los verdaderos planes. Indaga en dónde estaba el nudo de la verdadera trama. Si el plan inicial se centraba en fusilar a Mike Pence o sólo tomarle como rehén o secuestrarle para negociar. ¿Era una maniobra maquiavélica de Trump?



Por lo pronto el Departamento de Justicia ha acusado a 13 personas por la irrupción violenta en el Capitolio. Los trumpistas reniegan ahora de la violencia y acusan de lo sucedido a la extrema izquierda y lo que califican como los movimientos antifascistas, Pero los vídeos fueron bien evidentes del relato de lo sucedido.

Paul Krugman, profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton y Premio Nobel, de una vez ha estallado con su llamada de plantar cara en Estados Unidos a Donald Trump y su círculo ("los fascistas que nos rodean", ha clamado). Krugman ha alertado (mirando al presente y pensando en el futuro inmediato) de que Donald Trump es un autoritario dispuesto a usar la violencia en su estrategia nacionalista y racista.

Twitter finalmente ha decidido cerrar de maneral total y definitva la cuenta personal de Donald Trump. Ha puesto fin así a un gobierno de cuatro años a golpe de tuits (hilos, siempre incendiarios e incitando a la violencia). Google a la vez ha retirado Parler, la red social donde se refugian muchos seguidores de Trump

La irrupción violenta se gestó en buena medida en las grandes plataformas pero también en oscuros foros. El FBI lo investiga ahora y seguirá profundizando en ello en cuestión delicada e importante que inquieta y preocupa al presidente electo.

¿Puede Donald Trump ser cesado antes del final de su mandato?

Atención a días muy complejos que comienzan a partir de este lunes 11.

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, insiste en impulsar su proceso de destitución (por su rol en instigar el asalto) si el presidente no dimite y renuncia voluntariamente.

Si Nancy Pelosi pone en marcha la maquinaria de destituir al presidemte, sería un hito político. Un presidente de un solo mandato con dos juicios para su destitución. El primero terminó con el perdón del Senado por el apoyo casi unánime del Partido Republicano.

Pelosi ha buscado ahora el hilo directo con el jefe de las Fuerzas Armadas para que el presidente no pueda utilizar el poder nuclear de Estados Unidos. En el Pentágono se teme una acción alocada con Irán, la obsesión de Trump.

Aunque Trump quiso romper con sus milicias en un mensaje agrio desde Twititer y prometió una transición pacífica y ordenada, su credibilidad se agotó. El presidente teme acciones legales contra él, ahora o en breve, y prepara incluso su autoindulto.

Un segundo proceso contra Trump apenas cuenta ya con margen de tiempo. Pero el escenario es esta vez muy diferente. El presidenta ha destruido su capital político.

En el primer proceso para destituirle su llamada al presidente de Ucrania para pedirle que investigara a Biden fue un abuso de su poder. Para el Partido Republicano, la destitución entonces era un castigo desproporcionado.

Pero esta vez la forma en la que instigó el golpe de estado contra su propio vicepresidente y el asalto del Capitolio tiene una enorme gravedad. Se convirtió en una insurrección, en un acto de terrorismo doméstico, en la violación del mayor símbolo de la democracia en la que murieron además cinco personas, entre ellas un oficial de policía.

Joe Biden observa este debate con cautela. Sabe bien que el Partido Demócrata busca una lección definitiva contra un presidente desleal con su país. Pero destituirle y humillarle en el último minuto podría abir aún mayores heridas y brechas en el país.

Todo queda en manos del Partido Republicano. Tendrían que pactar con el presidente su propia renuncia. Sería bueno para los dos. 



El último capítulo de la presidemcia de Trump recuerda el momento del dilema y gesto final de Richard Nixon en 1974. Entonces Nixon renunció voluntariamente al comprender que existían los votos para destituirlo, No quiso someterse a esa humillación y llevar a los Estados Unidos a una situación límite de vergüenza y falta de honor.

¿Cuál será la decisión final de Donald Trump? En un sentido o en otro, le retratará, Un marullero sagaz y aventurero o un demente que llegó a escalar en su loca audacia hasta la Casa Blanca 
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