Irene Montero con furia, coraje de Mariano Rajoy y el error de Rafael Hernando

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Irene Montero irrumpió con fuerza. Es una parlamentaria de primera línea. Sólo sobró furia, excesiva furia, a su demoledora presentación de la moción de censura centrada totalmente en la corrupción política.



Las dos mociones de censura de Podemos contra el Partido Popular (Comunidad de Madrid y Gobierno) han tenido respuestas muy diferentes. Cristina Cifuentes movilizó a su gabinete. Evitó afrontar en solitario, y con humildad, una prueba política. Para quienes veían con fuerza su liderazgo en el Partido Popular, e incluso su proyección futura, han descubierto sus debilidades.

Muy seguramente la sucesión de Mariano Rajoy en el Partido Popular no haya que buscarla en Madrid sino en quien mantiene más silencio y procura estar alejado del ambiente  político de los círculos de la capital (léase Alberto Sánchez Feijóo).

En dos días de debates de alto voltaje en el Congreso de los Diputados, sin duda la gran sorpresa fue la estrategia de Mariano Rajoy. Sorprendió en la bancada conservadora contemplar a Mariano Rajoy dejando su escaño para contestar de forma inmediata a Irene Montero. Luego lo hizo largamente con Pablo Iglesias.

La actual legislatura pasa así de hecho a un bipartidismo insólito entre el Partido Popular (una derecha que agrupa también a sectores democristianos y socialcristianos)  y Podemos (la alianza de izquierda radical, extrema izquierda e izquierda anticapitalista). En este nuevo escenario político va a pesar fuertemente el vacío del PSOE.

En primera línea ya no van a estar tampoco, en el Partido Popular, ni Soraya Sáenz de Santamaría ni María Dolores de Cospedal. La verdadera dama de hierro es quien aparece como la tercera autoridad del Estado, Ana Pastor, la presidenta del Congreso de los Diputados.

De nuevo lo peor del debate lo protagonizó Rafael Hernando, el portavoz del Partido Popular en el Congreso. No soportó la tentación de llevar al primer plano la relación sentimental que existe entre Pablo Iglesias e Irene Montero.

Fue una reacción zafia. "Hay quien dice que (el martes en el debate) estuvo mejor la señora Montero que usted, pero no diré yo esto porque si no, no sé qué voy a provocar en esa relación". Silbidos, golpes en las mesas de los escaños y ambiente bronco. 

Posteriormenmte Rafael Hernando tuvo que matizar sus palabras. "Si usted se ha molestado y se ha ofendido por mis últimas palabras le pido excusas. Yo hablaba de una relación simplemente política. Tengo una gran estima por su portavoz -dirigiéndose a Iglesias-. Creo que es una buena portavoz y creo que le quedan muchas cosas por hacer en esta Cámara".

Mariano Rajoy no acertó en su momento en la elección de Rafael Hernando. Erró al confirmarlo. Y se hará un flaco favor a sí mismo y a su partido en mantenerlo hasta el fin  de la legislatura. Su estilo sobrado, chulesco, y más próximo al ambiente de taberna (dicho sea con perdon) que al decoro de la Cámara, no suma sino resta al Partido Popular que a trancas y barrancas trata de salir del lodo de la corrupción.
 
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