El Rey tomó la decisión de dirigirse a la nación ante momentos críticos

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El jueves 28 de septiembre, el Rey presidió en Madrid la inauguración de la exposición Museos para el Conocimiento, una selección del patrimonio científico y artístico de los distintos museos de la Universidad Complutense. A partir de ese momento, toda su atención estuvo centrada en el conflicto político en Cataluña.

El sábado 30 y el domingo 1 permaneció informado de forma permanente del gabinete de crisis en La Moncloa presidido por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

En La Moncloa, la célula de crisis, junto al presidente del Gobierno, estuvo formada por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el portavoz, Íñigo Méndez de Vigo; el jefe del gabinete del presidente, Jorge Moragas; la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro; y el secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, Roberto Bermúdez de Castro.

Mariano Rajoy movilizó además a los ministros de Educación (el propio portavoz); Alfonso Dastis, Exteriores; Juan Ignacio Zoido, Interior; Cristóbal Montoro, Hacienda; Rafael Catalá, Hacienda; y Dolors Montserrat, Sanidad.

Ha tenido y tiene un papel clave el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo. En las primeras horas del referéndum ilegal informó con mesura y detalle, primero en catalán y luego en castellano, en un gesto acertado de atención  política.

¿Dónde esta el Rey Felipe VI? es la primera pregunta que está en la calle desde el domingo y a la que ha querido responder el propio monarca.

En una decisión personal, el Rey decidió dirigirse a la nación antes de que se produzca la declaración unilateral de independencia y la proclamación de la República de Cataluña, el objetivo inmediato de Carles Puigdemont (PDeCAT) y de Oriol Junqueras (ERC). El Rey quiere mostrar además su solidaridad con la Guardia Civil y la Policía Nacional sometidas en la jornada de huelga general este martes 2 de octubre a acoso, insultos y persecución.

La forma en la Generalitat presentó las cargas policiales en el día del atropello de la legalidad y la Constitución ha sido un golpe a la reputación y prestigio de España. Independientente de la investigación exacta de lo sucedido, y de la depuración de responsabilidades políticas, el Rey quiere hacer una defensa de la Constitución, de la convivencia en democracia, los derechos de todos los españoles, de la legalidad constitucional y estatutaria, de la libertad y de una democracia avanzada en la que el pilar es la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos.

En dos momentos críticos de su reinado, Juan Carlos I se dirigió a la nación. En la noche del intento de golpe de Estado, la noche del 23-F, y en el momento en que tomó la decisión de abdicar.

Las horas más difíciles

Felipe VI sabe que son las horas más difíciles de su reinado. El único escenario abierto en Cataluña, de forma inmediata o a corto plazo, es el de una elecciones autonómicas. Supondrán el reto de pactar entre fuerzas que mantienen diferentes posturas para afrontar la profunda fractura de la sociedad catalana.

A nivel nacional, el Rey conoce la dificultad actual de un Gobierno en minoría. Si Mariano Rajoy no logra mantener la unidad política entre Partido Popular (PP), Partido Socialista (PSOE) y Ciudadanos, y sumar a ellos el Partido Nacionalista Vasco (PNV), será muy difícil su continuidad. El escenario de fin de legislatura y nuevas elecciones en España está siendo apuntado con fuerza. 

En este escenario el Rey, que conoce profundamente Cataluña, y es el primer defensor de su lengua, ha insistido desde el comienzo de su reinado en la necesidad de puentes de diálogo y de búsqeda de consensos, los más generales, para las reformas que sean necesarias de la Constitución.

Quiere que se sepa la determinación de la Corona para ser el marco de convivencia y defender todo lo logrado por los españoles en cuatro décadas de progreso, bienestar y avances sociales. Sin duda el momento es dramático para España. Y también para la Unión Europea donde es inaceptable el atropello de la legalidad y la imposición por un golpe antidemocrático de un populismo autoritario.
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