El voto a Inés Arrimadas, el único que puede ganar a ERC y Puigdemont
En la recta final de la campaña electoral en Cataluña existe el serio riesgo de una victoria política del separatismo. Cuatro días antes de la votación, hay un sector importante que no ha comprendido lo negativo y dañino de una victoria de las fuerzas políticas separatistas: Esquerra Republicana y la lista que lidera Carles Puigdemont.
Un triunfo del independentismo tendría graves consecuencias:
1. Crecería la fractura social, el clima de división sobre el que han alertado dos importantes comunicadores como son Jordi Évole y Javier Sardá.
2. La crisis económica se profundizaría con nuevas, y quizás más masivas aún, fugas de empresas; el golpe al sector del turismo y al peso de Barcelona como capital y puerto de cruceros en el Mediterráneo; la paralización de inversiones; y el posible desmantelamiento y traslado de centros estratégicos de producción como es de Seat en Martorell.
3. Habría un impacto en el bienestar social con consecuencias además negativas a corto, medio y largo plazo.
4. Se produciría un nuevo golpe y erosión de las instituciones históricas de Cataluña.
5. Cataluña y Barcelona quedarían marcadas en la Unión Europea. La deriva del independentismo a posiciones euroescépticas ha sido sin duda dañina además de desconcertante.
La campaña de Esquerra Republicana y la lista de Carles Puigdemont ha seguido siendo la del cinismo, las mentiras y la manipulación. Sorprendentemente han exigido a los demás respetar los resultados y dimitir de inmediato si no ganan. Pero a su vez no se han comprometido a dar ese paso si pierden.
Las encuestas que cerraron el viernes 15 esta campaña exprés han servido para visualizar que el cambio es posible. No se trata de una utopia. En el mes de octubre, Esquerra Republicana (ERC) dominaba la escena política de Cataluña con un 28% de intención de voto frente al 16,8% de Ciudadanos. En la recta final se asiste a un cuerpo a cuerpo.
El jueves 21, una victoria de Ciudadanos en las urnas como el partido más votado -la primera fuerza política en votos, no en escaños- sería un mensaje a Cataluña y al resto de España y del mundo de que no hay mayoría social independentista.
Escuchar a las urnas es la primera prioridad. Si Ciudadanos es la primera fuerza política, y hay una suma de partidos que no son independentistas, Inés Arrimadas ha planteado pactar, dialogar y ceder. Es la llamada más lúcida hecha a quienes van a acudir por primera vez a las urnas, y a quienes aún dudan sobre el sentido de su voto.
El sábado, en el teatro Goya de Barcelona, el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y el exprimer ministro de Francia, Manuel Valls, subrayaron con enorme claridad que en las elecciones autonómicas del jueves 21 "no se juega solo el futuro de España, sino que se juega el futuro de toda Europa".
Un triunfo del independentismo tendría graves consecuencias:
1. Crecería la fractura social, el clima de división sobre el que han alertado dos importantes comunicadores como son Jordi Évole y Javier Sardá.
2. La crisis económica se profundizaría con nuevas, y quizás más masivas aún, fugas de empresas; el golpe al sector del turismo y al peso de Barcelona como capital y puerto de cruceros en el Mediterráneo; la paralización de inversiones; y el posible desmantelamiento y traslado de centros estratégicos de producción como es de Seat en Martorell.
3. Habría un impacto en el bienestar social con consecuencias además negativas a corto, medio y largo plazo.
4. Se produciría un nuevo golpe y erosión de las instituciones históricas de Cataluña.
5. Cataluña y Barcelona quedarían marcadas en la Unión Europea. La deriva del independentismo a posiciones euroescépticas ha sido sin duda dañina además de desconcertante.
La campaña de Esquerra Republicana y la lista de Carles Puigdemont ha seguido siendo la del cinismo, las mentiras y la manipulación. Sorprendentemente han exigido a los demás respetar los resultados y dimitir de inmediato si no ganan. Pero a su vez no se han comprometido a dar ese paso si pierden.
Las encuestas que cerraron el viernes 15 esta campaña exprés han servido para visualizar que el cambio es posible. No se trata de una utopia. En el mes de octubre, Esquerra Republicana (ERC) dominaba la escena política de Cataluña con un 28% de intención de voto frente al 16,8% de Ciudadanos. En la recta final se asiste a un cuerpo a cuerpo.
El jueves 21, una victoria de Ciudadanos en las urnas como el partido más votado -la primera fuerza política en votos, no en escaños- sería un mensaje a Cataluña y al resto de España y del mundo de que no hay mayoría social independentista.
Escuchar a las urnas es la primera prioridad. Si Ciudadanos es la primera fuerza política, y hay una suma de partidos que no son independentistas, Inés Arrimadas ha planteado pactar, dialogar y ceder. Es la llamada más lúcida hecha a quienes van a acudir por primera vez a las urnas, y a quienes aún dudan sobre el sentido de su voto.
El sábado, en el teatro Goya de Barcelona, el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y el exprimer ministro de Francia, Manuel Valls, subrayaron con enorme claridad que en las elecciones autonómicas del jueves 21 "no se juega solo el futuro de España, sino que se juega el futuro de toda Europa".
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