Ana Julia Quezada mató a Gabriel y pensó en quitarse la vida después

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Segunda jornada del juicio contra Ana Julia Quezada por matar al pequeño Gabriel Cruz. La autora confesa reconoció en su primera declaración que dio muerte al niño, al mismo tiempo que manifestó que sólo responderá a las preguntas del ministerio fiscal y de su propio letrado.

Con un escueto "sí", la acusada respondió a la primera pregunta de la fiscal Elena Fernández Lora, quien, de forma directa, le espetó  si "dio muerte al hijo de su pareja sentimental".

"Vi a Gabriel con un hacha. Le dije: 'Déjala que te puedes hacer daño'. Empezó a gritar: 'a mí no me mandas que no eres mi madre. Eres negra, fea, tienes la nariz fea, no quiero que estés con mi padre. Quiero que mi padre se case con mi madre. Quiero que te vayas a tu país'. Chillando todo eso. Yo simplemente le tapé la boca, no quería hacerle daño al niño. Solo quería que se callara. No quería matar al niño", indicó Ana Julia Quezada

Quezada ha relatado cómo llegaron a la finca, abrieron el portón y estacionó el vehículo junto a la casa y la alberca. "El niño se baja y se queda por allí dando vueltas por el jardín. Yo me bajo, quito la alarma con el dispositivo. Levanto las persianas, abro las puertas. A continuación, entró Gabriel por la habitación del medio, cuya puerta estaba abierta para ventilar, que da a la zona de la pérgola y una pequeña alberca", explicó.

"Las palabras que se me quedaron es que eres negra, que no me mandes, que siempre me estás mandando. Sujetaba el hacha con una mano. A continuación, pasó todo lo que pasó", continuó. 

Cuando se le preguntó si recordaba haberle quitado el hacha, Quezada respondió: "No me acuerdo" y añadió que "le puse la mano derecha en la boca y la nariz. Y la otra mano, no sé si en el pecho, la nuca..., no lo sé. Solo tengo claro que le puse la mano en la boca y la nariz para que dejara de decirme esas cosas. No sé dónde puse la otra, en la nuca, la frente, la cara..., fueron momentos muy rápidos, estaba muy nerviosa".

La autora confesa tampoco recordaba si lo empujó contra la pared o el suelo. "Estaba muy nerviosa, solo quería que se callara. Le tapo con la mano, lo demás no me acuerdo. Solo que, después, el niño no respiraba. Cuando le solté, le puse la mano en el pecho y no respiraba. Y me quedé de pie, bloqueada", indicó.

"Empecé a fumar como loca. Salía, entraba, salía, entraba. No sabía lo que hacía. En ese tiempo fumé cuatro, cinco, seis, siete, ocho cigarros", continuó y añadió que en ese momento, "veo una pala y decido hacer un agujero". "Dejé al niño y salí a hacer una pequeña fosa con una pala que había en el jardín. Esa pala la íbamos a usar para arreglar el jardín, como el hacha y otras herramientas".

Sobre la camiseta del niño que ella colocó en un sitio alejado del lugar del asesinato para despistar a la Guardia Civil, Quezada aseguró que la dejó allí porque quería ser detenida. "Quería que me cogieran, porque no era capaz de decirlo con mis propias palabras, yo quería que me atraparan", indicó.

La acusada pretendía llevar el cadáver del niño al garaje de Puebla de Vícar (localidad donde fue arrestrada por los agentes de la Guardia Civil) para después suicidarse. Su intención era "dejar a Gabriel en el garaje, subir a casa y escribir dos cartas, una para Ángel y otra para mi hija, explicándole que había pasado. Pidiendo perdón. Dejar a mi perra en la cocina con agua y comida y la puerta de la terraza abierta. Y coger todos los medicamentos que llevaba, tomármelos y echarme en el sofá".
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